jueves, 17 de septiembre de 2020

Capítulo 25

 






Javier y Cruz se miran con intensidad. Son ocho largos años los que separan ese día de aquel en el instituto en el que fueron separados de una forma tan violenta y humillante para Cruz. Los dos se miran y se tiemblan todo. El uno mira el cuerpo del otro. Son ya dos hombres adultos. La atracción que sienten el uno hacia el otro deja un poco estancado el dolor, el rencor. Iván está algo sorprendido por la forma en la que se miran, se devoran su director y el dueño de la otra empresa. Ni Cruz ni Javier pueden dejar de mirar. No pueden creerse esa coincidencia. Ni para Javier ni para Cruz parece que exista nada más que no sean ellos dos. Se gustan, se desean. A los dos les gusta mucho los cambios que se han producido en el cuerpo del otro. Cruz con barba, se ve tan maduro. Ha quedado tan atrás aquel niño asustado. Javier por su lado lleva una larga coleta, barba. Su aspecto es muy sensual. Los dos se miran y se estremecen. Javier está muy contento de verlo. Además la camisa de Cruz está un poco abierta y Javier se da cuenta que lleva la Cruz. La mira mucho. Cruz se da cuenta y con timidez se abrocha el botón para cubrírsela. Javier se da cuenta que Cruz quiere esconder su crucifico y sonríe con emoción. El silencio, las miradas son muy tensas para Iván.

--¿se conocen?

Sin dudar a la vez Cruz dice que no y Javier que sí. Iván fuerza una sonrisa. Eso lo confunde más.

--¿en qué quedamos?

A Javier le duele que Cruz tenga mal recuerdo de él aunque lo entiende. Le parece muy cómico que trate de fingir que se conocen. Cruz se queda en silencio, muy serio. Con ironía Javier dice:

--bueno fuimos compañeros en la escuela, seguro que ya me olvidó.

--si, no recuerdo. No serías importante.

Cruz está muy nervioso. Iván se da la vuelta y Javier le guiña el ojo a Cruz. Éste se sofoca. Se acerca a Iván:

--¿vemos lo del negocio?

--Si claro.

Cruz siente la mirada de Javier y eso lo está quemando. Javier se sienta al lado de Cruz. Está muy emocionado de verlo y le hace gracia los nervios de Cruz, el que le niegue. Se da cuenta que tras su aspecto de hombre, de empresario de éxito sigue siendo aquel niño asustado que él enseñó a amar. Cruz siente que Javier lo desarma y eso no le gusta. No le gusta sentir que lo hace vibrar, que en su corazón no ha pasado el tiempo, que es como el día después de aquella última vez que hicieron el amor. Sus cuerpos se siguen deseando. Iván le va explicando todo lo que necesita saber para la fusión.

--¿está usted de acuerdo?

Pero Cruz no le está escuchando y es que tiene la mirada de Javier clavada en la suya y eso lo tiene encendido.

--¿a ustedes dos les ocurre algo? --pregunta Iván algo aturdido.

Javier dice que no mientras le pone la mano en el muslo a Cruz. Éste se levanta sofocado.

--¡¡basta ya¡

--¿ocurre algo? --pregunta con ironía Javier.

Cruz está muy sofocado. Aunque estaba seguro que la fusión con esa empresa era la culminación de su sueño de triunfar en realidad ahora le importa bien poco. Se da cuenta que lo único que ha hecho es tapar con dinero su falta de amor, su falta de Javier y ahora que está con él no soporta no tenerlo, no soporta el dolor del pasado. 

--¡¡no hay fusión¡ ¡¡NO¡

Iván está desesperado:

--¿¿como que no?¡

Javier está más tranquilo:

--Cruz, no seas tan impulsivo. Tú siempre has pensando bien las cosas. Esta es una muy buena oportunidad para todos, para ti.

Cruz no soporta ese tono fraternal de Javier, le habla como en esos días en que hacían el amor y estudiaban juntos. Está muy alterado. Mira a Iván:

--señor Ferrer, lo siento pero yo no pienso hacer negocios con éste.

A Javier le duele el rencor que le muestra Cruz pero no deja de sonreír. Y esa sonrisa seduce y molesta a Cruz. Iván mira a los amantes:

--¿ustedes tuvieron algún problema en el pasado?

Javier se calla para ver como Cruz sale de ésta. Muy nervioso dice:

--me ha costado mucho levantar mi empresa de la nada. No estoy seguro que con ustedes vaya a ganar o perder. Quiero hacer negocios exclusivamente con gente responsable.

Javier sabe que la negativas de Cruz es por él. Por un lado le emociona darse cuenta que aún le mueve el piso aunque también le da pena darse cuenta que le guarda rencor.

--Somos muy responsables ¿verdad?

Javier hace que sí con la cabeza. Iván sigue hablando:

--Ambos somos padres de familia¿cabe más seriedad que esa?

Cruz mira con deseo a Javier. Se le hace extraño ver ese monumento de hombre que le hice gemir por primera vez convertido en papá.

--Yo tengo un hijo.--sigue explicando Iván-- Estoy divorciado pero mi curricular es bueno bueno. Javier está felizmente casado... ¡¡tiene cuatro hijas¡

--¿cuatro? ¿no sabes lo que es un condón --Cruz sorprendido?

--sí lo sé pero soy muy padrazo. Me encanta que mi esposa se embarace --dice mirándolo con intesidad.

--Seguro que pronto viene el quinto y a lo mejor es el varón. --Iván.

--quien sabe. --Javier con una pícara sonrisa.

Cruz está atormentado por los celos. Le da rabia que Javier se haya salido con la suya, que tenga una familia, hijos, que presuma de ser el gran macho, un gran padre. Un responsable padre de familia. Además le duele que Javier le sonreír, que lo mire como si no hubiera pasado nada entre ellos.

-- Creo que un padre de familia como Javier es un buen ejemplo de lo que es ser responsable, digno de confianza.

--si claro.--dice Cruz Burlón.

Javier mira a Cruz con una sonrisa y una ternura que lo desarma:

--Cruz, danos una oportunidad. Escúchanos. A mí me encantaría trabajar contigo.

La voz de Javier es una caricia para Cruz. Mira sus labios hechizados. Esos labios que tanto ha besado. No puede negar que Javier sea un hombre muy atractivo y que le atrae y eso lo atormenta. Se recrimina que siga sintiendo cosas por él después de como lo humilló. No le gusta sentir que lo odia y lo desea. Esa sonrisa se le está metiendo dentro y antes de caer víctima de su embrujo dice:

--¡¡no, no me interesa hacer negocios con ustedes¡

Cruz se va corriendo tragándose sus lágrimas. No soporta seguir por más tiempo al lado de Javier. Javier mira la puerta con tristeza. Iván le pone la mano en los hombros:

--Siento que Navarro no quiere trabajar con nosotros por tu culpa.

El silencio de Javier es como una confirmación:

--si le tienes que coquetear, lo que sea pero tu puesto depende de esa fusión. Tu vida hasta ahora ha sido perfecta, no lo eches a perder --dice Iván antes de irse.




Cruz sale llorando de la empresa. Son tantas las ilusiones que tenía al llegar a un nuevo país, ilusiones que se han roto. Está muy alterado. No puede dejar de pensar en Javier. Le duele que le haya visto la cruz, que sea casado y con hijos. Piensa en todas las veces que hicieron el amor, cuando Javier le contaba que jamás enfrentaría su homosexualidad, que quería casarse, ser papá.

--¡¡es un hipócrita¡ ¡¡un falso¡ Finalmente se salió con la suya.

Por fuera está lleno de odio, Por dentro se está muriendo de amor. Se agarra su cruz. Piensa con emoción en el momento que se hicieron intercambio de objetos:

-- ¿y que haría de mi pulsera? se la di con tanto cariño,seguro que la tiro ¡¡fui un idiota...¡


Por su lado, Javier se ha quedado aturdido en su despacho. Resuenan en su mente las últimas palabras de Iván: tu vida ha sido perfecta. Y piensa en lo que ha sido de su vida los últimos años... un matrimonio fingido, sexo oculto con muchos hombres, hombres a los que no recordaría. Escondida por el puño de la camisa tiene esa medalla de Cruz que mira con tanto amor:

--Fueron muchos hombres pero sólo tú quedaste dentro de mí.

Tiene grabado en su mente el cuerpo de Cruz:

--se puso muy guapo.

Javier no duda de su atractivo:

--va a volver a caer. Caerá.

Sabe que nadie se le resiste y aunque en el pasado eso lo llenaba de orgullo ahora lo lastima.

--nunca nadie me quiso, sólo él. Él.

y siente una gran amargura:

--¿será que aún estoy a tiempo?


Cruz ha llegado al hotel en el que se hospeda con su marido. Miguel lo recibe con cariño. Cruz no le dice nada. Lo besa, lo ataca. A Miguel no le gusta cuando le dan esos ataques, está seguro que está tratando de olvidar a otro. Y así es. Luego los dos se sienten vacios. Mientras Cruz se da una ducha, Miguel prepara una copa. Llaman a la puerta. Es Javier. Se siente incomodo ante ese hombre semidesnudo que le abre. Sale del baño Cruz, desnudo. A Javier le duele mucho ver a Cruz con otro, verlo desnudo con esa cruz que él le regaló. Aunque le emociona que haya conservado ese recuerdo suyo no le perdona que se acostara con otro con ese símbolo sagrado de su amor. Mira al matrimonio con rencor y se jura así mismo que romperá esa unión.







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